EL ACUERDO COMERCIAL ANTI-FALSIFICACIONES (ACTA)

Si una cultura no genera sentido, genera violencia. Hugo Mujica.

Hace un año, el 20 de julio, desde el Senado de la República, se publicaron las “Conclusiones del grupo plural de trabajo para dar seguimiento a las negociaciones del Acuerdo Comercial Anti-falsificaciones (ACTA)”. Dichas conclusiones señalaron que:

  • El “ACTA”, contiene disposiciones que se pueden considerar contrarias a la seguridad y certeza jurídica de los habitantes del País, principalmente en el apartado denominado “Sección 5: Observancia de los derechos de propiedad intelectual en el ámbito digital”.
  • Su implementación podría limitar la posibilidad de que el País se inserte en la “sociedad de la información y del conocimiento”, ampliando con ello la “brecha digital”, y
  • podría derivar en una censura a los contenidos de internet que pondría en riesgo el desarrollo del legítimo comercio electrónico, la creatividad digital y la legítima difusión cultural.

ACTA ya había sido rechazada en el Parlamento Europeo el 5 de julio. Un poco antes, el 14 de enero pasado, el Congreso de los Estados Unidos decidió congelar el proyecto de la ley SOPA (Stop Online Piracy Act/Acta de cese a la piratería en línea); el gobierno de Barack Obama declaró que “no apoyará una legislación que reduzca la libertad de expresión”. No obstante todo lo anterior, el pasado 11 de julio, el Presidente Felipe Calderón firmó el ACTA.

La polémica no es nueva, tal como le había platicado en enero de este año, en nuestra entrada titulada “Control en Libertad”, la Declaración de Independencia del Ciberespacio, atribuida a John Perry Barlow (1996,Davos, Suiza), entre otras cosas, declara:

  •  “La legitimidad de los gobiernos deriva del consentimiento de los gobernados (…)  El ciberespacio no encaja dentro de vuestras fronteras (…) Estamos construyendo nuestro propio acuerdo social.”
  •  “El Ciberespacio lo forman relaciones e interacciones (…) Está en todas partes y en ninguna, pero en cualquier caso no en el mero mundo de la materia.”
  •  “Vuestros conceptos legales de propiedad, expresión, identidad, movimiento y contexto no se aplican a nosotros. Todos ellos están basados en la materia y aquí no hay materia.”
  •  “Vuestras (…) industrias de la información, querrían perpetuarse proponiendo (…) leyes que (…) declararían a las ideas un producto industrial más, no más valioso que un lingote de hierro. En nuestro mundo (…) cualquier cosa que la mente humana pueda crear puede ser reproducida y distribuida ad infinitum, prácticamente sin coste alguno.”

Leo, en INTERNET, “Diez tesis en favor de las descargas libres de bienes culturales en Internet”, un escrito de Enrique G. Gallegos que me obliga a repensar el tema, y me permite construir los siguientes argumentos, que deseo compartir y repensar con usted:

  • La cultura no está hecha de átomos, a los que haya que preservar en bóvedas, sino de ideas que se distribuyen en la memoria colectiva; su preservación adquiere significado en tanto se amplía su distribución.
  • Si la cultura es “patrimonio de la humanidad” y resulta de la interacción de las ideas, lo que debemos proteger son los medios que facilitan tal interacción. Por lo que, la penalización de la libre transferencia de información dañaría dicho patrimonio.
  • Argumentando “daño patrimonial”, bajo el supuesto de que las obras culturales son ocurrencias milagrosas, sin precedentes históricos, se mutila la capacidad humana de pensar, proyectar y desencadenar el potencial transformador de las visiones de futuro.

La criminalización de las descargas en internet, promovida por el ACTA, es un débil intento de engañar a las personas y de encubrir la desmedida ambición de los viejos distribuidores de contenidos, que no han sido lo suficientemente creativos para adaptar sus negocios a las nuevas realidades.

 

F.Crisóstomo.

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